
EL TEMPLO DE NEPTUNO
COMO RETORNO A LA FUENTE
Ariell Chris & Laura Morandini
Neptuno es el templo planetario que muestra las diversas formas en que el hombre establece conexión con lo sagrado. Es un planeta transpersonal que conecta a los seres humanos bajo un mismo movimiento energético y con la memoria etérica, conocida dentro de las crónicas ocultistas como Akasha. En la psicología occidental C. G. Jung le llamó Inconsciente Colectivo.
Neptuno tiene la finalidad de vincularnos con lo invisible a través del tercer ojo -Ajna Chakra- y despertar nuestra consciencia espiritual a través del Chakra Corona -Sahasrara Chakra-
Al encarnar y adentrarse en el plano de la materia, el hombre entra en contacto con la vivencia de la Caída, la Pérdida del Paraíso. Esta sensación de separación de la Divinidad la experimenta bajo forma de memoria inconsciente. Es una añoranza existencial, la sensación, necesidad o certeza de haber pertenecido a “algo” superior. Existen muchos caminos para volver a establecer el vínculo perdido. Innumerables senderos -genuinos o no- para reencontrar la Divinidad, para sentirse de nuevo en casa.
Neptuno, deidad griega regente de los mares, es quien da su nombre al planeta. El mar y los océanos se consideran la fuente de la vida y el final de la misma, representan la amplitud del mundo subconsciente y la fusión de lo singular dentro la psique colectiva. Un personaje arquetípico que encarna de forma fiel los diversos aspectos del planeta Neptuno es Dionisos. Dios de la emoción y el éxtasis, mal comprendido, interpretado superficialmente, asociado únicamente al vino y a los excesos, Dionisos es el Arquetipo principal de la Iniciación y el discipulado; un personaje ambiguo, mimético, escurridizo, nebuloso, promiscuo, pero al mismo tiempo profundo, fiel, místico. Dios de contrastes y paradojas. Hijo de Zeus y Semele, nacido dos veces, enloquecido, desmembrado, dedicó su vida para revelar a los hombres el medio de conexión con lo sagrado: la Vid. Perteneció a muchas mujeres pero sólo amó a Ariadna. Una vez rescatada la sombra de su madre del mundo oscuro, le fue otorgado su lugar en el Olimpo. Sólo entonces recobró su carácter Divino, después de ser errante, deambular, experimentar y generar a su alrededor un profundo sufrimiento.
Dionisos/Neptuno recuerda al hombre su naturaleza dual, el misterio de la búsqueda, la revelación interior (Gnosis) y el sufrimiento como medios para recobrar la Divinidad. Neptuno es el gran disolvente del Ego que lleva al hombre a través de la angustia existencial a pedir ayuda a una fuerza superior. A través del dolor entra en contacto con la vivencia de la Fe.
En el hombre, la melancolía producto de la separación del Padre puede ser aplacada de muchas formas. En un nivel básico, gregario y negativo, es la evasión utilizando medios artificiales como mecanismo para huir de las cargas y el peso de la realidad. Aquí encontramos el abuso de sustancias y las dependencias de alcohol y drogas para recobrar un estado paradisíaco de plenitud, pero ficticio.
Una manera de vivir la energía sutil de Neptuno de forma positiva en nuestro mundo material y denso es a través de una profesión de ayuda. Todas las actividades destinadas a calmar el dolor y el sufrimiento -físico y psíquico- de nuestros semejantes ayudan a conectar con la noción de Unidad del Universo. Al curar a otro estamos sanando un colectivo.
Otra manifestación de la energía de Neptuno es a través del mundo emocional: sentir lo que otros sienten, conectar con los mundos invisibles y el despertar de la sensibilidad y el psiquismo. Un Neptuniano se comporta como una antena psíquica que rastrea las emociones de personas y ambientes, pudiendo establecer conexiones profundas sin mediar palabra. Sin embargo también absorbe las energías densas ajenas (depresiones, violencia, irritabilidad), e incorpora estos estados emocionales asumiéndolos como propios. Se esperaría entonces que una persona con tal sensibilidad tenga cierto conocimiento sobre las leyes espirituales para utilizar de forma adecuada esta capacidad y sobretodo para saber que aquello que está experimentando no es patológico. Sin embargo, vivir bombardeado por las emociones ajenas puede llevar al psiquismo a perder su equilibrio.
La psicosis también pertenece a la esfera de Neptuno. Una marcada evasión y negación de las circunstancias vitales pueden llevar a crear un mundo interior tan separado de la realidad que se termina por vivir enajenado. Otra causa de enfermedad mental puede ser producto de una mediumnidad mal canalizada que termina por “enloquecer” a la persona. La hipersensibilidad se encauza por caminos anómalos.A nivel de relaciones, Neptuno manifiesta la energía del amor en su forma más pura o sutil. Es el amor incondicional, platónico, sufrido y romántico. Tiene poco de terrestre, por lo que la decepción le acompaña necesariamente. Por Neptuno surgen las historias de pasiones no correspondidas, relaciones imposibles, distantes, idealizadas y las víctimas de amor por infidelidad. En consecuencia los engaños son generalmente autoengaños producto de una visión confusa de la realidad.
Otra forma más sutil de conexión la encontramos en el trabajo del artista. Con Neptuno el artista se convierte en una herramienta de la Divinidad que plasma en el mundo material las formas eternas a través de la música, la poesía, la fotografía, el cine, la pintura. El arte neptuniano trasciende las formas estéticas inyectándoles emoción. Esta es la diferencia entre una obra armónica que seduce a los sentidos y una obra que conmueve al espíritu. Al mismo tiempo el artista, conciente de su conexión sagrada, se siente pequeño y agradecido por el Don que le ha sido concedido.
Un nivel superior y elevado de Neptuno encontramos al místico. Aquel personaje que ha trascendido e integrado las formas sociales y culturales de la espiritualidad -religiones- y logra establecer conexión directa con lo Divino. Es el trabajo interior de silencio y soledad que permite crear el espacio sagrado. Es el Sendero del Discipulado, la entrega a una causa superior abandonando la identificación con lo personal e individual.
En el templo de Neptuno encontramos entonces las siguientes pruebas iniciáticas:
* El sufrimiento como una manera de desestabilizar y ablandar el Ego para tener conciencia que no todo depende de la voluntad personal.
* La hipersensibilidad manifestada a través de los poderes psíquicos, la creatividad y la conexión con los mundos sutiles.
* La adicción a sustancias, relaciones y situaciones como medios de evasión de una realidad demasiado dura.
* Los espejismos, los engaños, la proyección de nuestras imágenes internas, creando una percepción falsa de la realidad.
* Las pruebas de amor que trascienden tiempo y espacio.
* El sacrificio, la traición y encontrarse en posición de víctima tal vez como pruebas karmicas compensatorias a un Ego demasiado cristalizado.
Los tránsitos tensos de Neptuno sobre planetas personales indican períodos en la vida en los que la persona se siente desconectada, con la sensación de “haber perdido el rumbo”. Hay confusión, ambigüedad, incoherencia entre lo que se piensa y lo que se hace. Predominan el sufrimiento y la melancolía que llevan a la búsqueda de un Sendero espiritual. Si no se encuentra el camino se permanece en un limbo, en un estado de desconexión esencial.
Los tránsitos armónicos de o sobre Neptuno marcan períodos en la vida de felicidad y realización interior, invisible a los ojos de los demás ya que sus efectos no se manifiestan directamente en la realidad externa.
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